miércoles, 15 de mayo de 2013



LA IMPORTANCIA DE LAS SENSACIONES 


Las sensaciones que nos informan de lo que sucede en el exterior del organismo (exteroceptores):

La visión: el funcionamiento correcto todos los niveles del cerebro y la integración de múltiples tipos de sensaciones con los datos visuales son imprescindibles para dar significado el entorno.

El sonido: las señales auditivas bajan a otras zonas del tronco encefálico y el cerebro para combinarse con otras sensaciones y mensajes motrices. La información auditiva, fundida con otros datos sensoriales, se trasmite luego a varias zonas de los hemisferios cerebrales.

Los sabores: La lengua ofrece información sobre la composición química de las partículas con las que entra en contacto. A cuatro sensaciones gustativas: dulce, amargo, ácido y salado. Y todas son vitales para disfrutar de la comida y para mantener alejados sustancias potencialmente dañinas para nuestro cuerpo.

Sentido del tacto:



La piel tiene muchas clases de receptores para captar las sensaciones del tacto, la presión, la textura, el calor o frío, el dolor y el movimiento del vello que la recubre.

Los núcleos del tronco encefálico que procesan los datos táctiles nos informan sea algo toca la piel y si ese algo causa dolor, frío, calor, humedad o nos hace daño.

El tacto es el primer sistema sensorial que se desarrollan el seno materno y que es capaz de funcionar eficientemente cuando los sistemas visual y auditivo están empezando a desarrollarse.



Sentido propioceptivo:

Las sensaciones que nos informan del lugar que ocupa nuestro cuerpo en el espacio y de su movimiento.
Las sensaciones propioceptivas suben por la médula espinal hasta el tronco encefálico y el cerebro, y parte de ellas alcanzan los hemisferios cerebrales. La propiocepción nos ayuda movernos.

Sentido vestibular: 



Gravedad, movimiento de la cabeza y el equilibrio (sentido vestibular):

El laberinto contiene, por un lado, los receptores auditivos y, por otro, los dos tipos de receptores vestibulares.
El primer tipo de receptores responden a fuerza de la gravedad. Estos receptores están compuestos por un conjunto de cristales de carbonato cálcico adosados a neuronas finas como pelos. La gravedad tira de estos cristales hacia abajo, presionando y moviendo estas células finas que se encargan de activar las fibras nerviosas del nervio vestibular. Este es el medio que lleva los datos sensoriales vestibulares a los núcleos vestibulares del tronco encefálico.
Los receptores de la gravedad son también sensibles a las vibraciones de los huesecillos que cimbrean los cristales.
El segundo tipo de receptores vestibulares esta encerrados en los canales semicirculares, con los que circula un líquido. Hay tres pares de canales en cada oído interno: el primero vertical, el segundo horizontal y en tercero dispuesto de atrás adelante.
Los receptores producen entonces impulsos que fluyen por el nervio vestibular hasta los núcleos vestibulares. Estos datos sensoriales cambian siempre que la cabeza modifica la velocidad o la dirección de su movimiento, razón por la que reciben el nombre de sensaciones de movimiento.
La combinación de los datos de los receptores gravitatorios y los canales semicirculares es muy minuciosa y nos dice con total exactitud dónde nos encontramos con relación a la gravedad, si nos estamos moviendo o estamos quietos y a qué velocidad nos estamos desplazando y en qué dirección.

Déficit de la integración sensorial.
Esta deficiencia aparece cuando el cerebro no es capaz de integrar bien las sensaciones y esto afecta a muchas actividades de la vida diaria. Entonces el niño que lo padece tiene que realizar más esfuerzo que los demás y enfrentarse a más complejidades en su vida, pero desgraciadamente los resultados suelen tener menos garantía de éxito. Algunos de los que lo padecen tienen una apariencia normal en varios sentidos por ejemplo hay muchos que tienen un cociente intelectual igual o superior a la media, sin embargo otros tienen diagnósticos médicos no asociados a la integración sensorial y pueden mostrar problemas que trascienden las propias de esta clase de disfunciones.

Síntomas.
Existen dos tipos de situaciones en los niños: a) niños que en sus inicios destacaban por un cierto déficit en determinadas actividades vitales como: no gatear, no darse la vuelta, problemas con el atado de cordones, montar en bicicleta; b) hay otros niños que a simple vista no se aprecia que tengan este déficit.

Ante todo, los niños que lo padecen, sus nervios y músculos funcionan perfectamente mientras que el cerebro es el que se ve obstaculizado para efectuar asociaciones necesarias. Otro problema común es cierta demora en el desarrollo del lenguaje.

También es cierto que cualquier tarea por mínima que sea para él siempre va a ser compleja y que la eficiencia y el resultado son peores.

Actualmente gran parte de los niños que sufren hiperactividad es consecuencia de un proceso incorrecto de la integración sensorial.

Problemas en la escuela.

Los niños con este déficit suelen presentar algunas dificultades en el entorno escolar como las que se exponen a continuación:

· Problemas en lectura, escritura y aritmética.

· Dificultad para las relaciones con otros niños.

· Para el niño es un estrés el estar en el colegio ya que tiene que hacer mucho más esfuerzo que sus compañeros para lograr lo mismo que ellos.

· Obstáculos en varias tareas como: sostener las tijeras con una mano, no romper la mina de un lápiz, pasar de una actividad a otra etc.

· Trabas para competir en deportes, prestar atención a la docente o recordar ordenes de dos cosas que se deben realizar simultáneamente.

· Mayor distracción con cualquier estímulo ya que su cerebro se sobreestímula y su funcionamiento se altera dando la respuesta con una excesiva actividad. Dicha hiperactividad no es voluntaria ya que es una reacción compulsiva a las sensaciones que el niño es incapaz de anular o de organizar. Esto hace que concentrarse sea una misión imposible.

· Incapacidad para explicar lo que le pasa y tampoco entiende lo que le pasa.

Todas estas dificultades se resumen en: 

Hipersensibilidad al tacto, movimiento, luces o sonidos Esta hipersensibilidad puede ser manifestada en comportamientos tales como irritabilidad o retirada cuando se le toca, evitar ciertas texturas de ropas o de comidas, distracción, o reacciones de miedo al movimiento en actividades ordinarias, como las actividades típicas de los juegos en los recreos.

Hipo reactividad a la estimulación sensorial En contraste con los niños hipersensibles, un niño hipo reactivo puede buscar experiencias sensoriales intensas, por ejemplo dar vueltas sobre sí mismo o chocar adrede con los objetos. Algunos niños fluctúan entre los dos extremos de hiper o hipo reactivos.

Nivel de actividad inusualmente alto o bajo El niño puede estar en movimiento constantemente o, puede ser lento en activarse y fatigarse fácilmente. De nuevo, algunos niños pueden fluctuar de un extremo a otro.

Problemas de coordinación Los problemas de coordinación se pueden ver en actividades motoras gruesas o finas. Algunos niños pueden tener un equilibrio pobre, mientras que otros tienen gran dificultad en aprender a realizar nuevas tareas que requieren coordinación motora.

Retraso en el habla, lenguaje, habilidades motoras o rendimiento académico Estos signos pueden ser evidentes, ya en preescolar como signos de una integración sensorial deficitaria. En la edad escolar, puede haber problemas en algunas áreas académicas a pesar de una inteligencia normal.

Pobre organización del comportamiento Los niños pueden ser impulsivos o de fácil distracción y mostrar falta de planeación al abordar las tareas. Algunos niños tienen dificultad al ajustarse a una nueva situación. Otros pueden reaccionar con frustración, agresión, o huir o rechazar cuando se dan cuenta de que fracasan.

Pobre autoestima A veces, un niño que experimenta los problemas que acabamos de mencionar, no se siente bastante bien. Un niño listo con estos problemas puede saber que algunas tareas son más difíciles para él que para otros niños, pero puede no saber por qué esto es así. Este niño puede parecer perezoso, aburrido, o desmotivado. Algunos niños pronto encuentran maneras de evitar esas tareas que son duras o embarazosas. Cuando esto ocurre se suele considerar al niño como problemático o testarudo. Cuando un problema es difícil o incomprensible, padres e hijos pueden sentirse, ambos, culpables. La tensión familiar, el pobre autoconcepto, y en general el sentimiento de desesperanza prevalece.

Actividad terapéutica

La terapia de la integración sensorial es integral, es decir, involucra a todo el cuerpo, a todos los sentidos y a todo el cerebro; y la habilidad de organizar las sensaciones y de producir respuestas adecuadas, ayuda al cerebro a organizar otras funciones.

El observador no cualificado ve que el niño esta divirtiéndose y participando en ejercicios de movimiento donde la terapeuta experimentada ve sistemas sensoriales que se están activando y respuestas motrices que están ocurriendo o no están ocurriendo.

La terapeuta compara estas respuestas con los resultados de la evaluación inicial. Guarda informes escritos y registra sus propias observaciones durante todo el progreso del niño.

Los terapeutas poseen una extensa colección de aparatos de ejercicios, debido a que cada niño tiene necesidades neurológicas diferentes. Si el niño puede, él mismo elige el aparato que quiere utilizar, si no, la terapeuta le guía a hacer la elección más acertada. Se debe tener cuidado, ya que las sobrecargas sensoriales no son buenas para el sistema nervioso y suelen ocurrir con más rapidez que frecuencia en los sistemas nerviosos disfuncionales.

El ambiente terapéutico

Uno de los objetivos de la terapia es reforzar la voluntad del niño para que pueda dirigirse mejor en la vida.

Muchos niños con problemas de integración sensorial también tienen problemas de autoconfianza, no se sienten bien consigo mismos; además la disfunción les hace sentir menos competentes que los demás en muchas destrezas (se comparan con sus amigos). Empiezan a sentirse inferiores y frustrados.

A veces, los niños acuden a terapia pensando que les van a exigir cosas más allá de las simples y básicas; y tienen miedo a realizar las que están a su alcance. Han aprendido que la gente siempre espera más de lo que pueden dar, y piensan que esto ocurrirá con la terapeuta, por ello no eligen actividades que desarrollarían sus funciones sensoriomotoras. Cuando esto ocurre, la terapeuta debe dedicar tiempo a esa resistencia y ayudar al niño a que aprenda a tener confianza en ella y en el ambiente terapéutico.

La terapeuta debe estimular el impulso interior. Las actividades deben estar adaptadas a las capacidades y necesidades del niño; deben ser tentadoras y no amenazadoras. Las experiencias vestibulares, táctiles y propioceptivas se las proporciona la terapeuta.

El ambiente debe ser óptimo para que el niño sienta la terapia como algo divertido; más adelante cuando vaya progresando, estos avances serán su motivación para ir a las sesiones, además le servirán a la terapeuta para saber que el ambiente que está dando al cerebro es justo el que necesita.

La terapeuta debe establecer un equilibrio entre estructura y libertad en las actividades, para ayudar al niño a desarrollar tanto su organización neuronal como su voluntad interna.












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